Imagen: Petra Kaindel
Atrapada
Al terminar, te vas a sentar junto al horno
y vas a abrir la puerta, hacia abajo
como los puentes levadizos.
Alejandra Kamiya
No vas a esperar
a que se cuele la luz por la ventana porque no hay ventana. No vas a esperar mucho, solo salir de
la niebla que se mete en la piel de todas. Piel de escamas sin mares. Mares de
niños sin teta.
Tu hijo se irá en cuanto nazca. Te
marcarán su cara en las vísceras para que lo lleves dentro. Lo verás en fotos o
no.
Vas a dejar tus pocas
pertenencias debajo de la cama ínfima y compartida. Jamás molestarás a tu
compañera, dormirás de lado, la más antigua elegirá. Todo.
Sin aire, pulmones de goma espuma
en una ciudad abrasadora. Vas a lavar tu cuerpo y tu ropa solo cuando te lo
permitan. No siempre tendrás agua. Te acostumbrarás a los olores de cuerpos que
menstrúan. Conocerás el hedor de baños sin papel, abiertos, un metro de pared.
La intimidad dormirá un largo rato.
Venerarás imágenes de vírgenes
paganas o auxiliadoras. Vas a cerrar los
ojos y vas a elegir. Tal vez un rosario que jamás viste antes, te haga
compañía.
Te levantarás tempranísimo para dar
el número porque serás número, ya nunca persona. Nadie conocerá tu nombre,
hasta vos lo olvidarás.
Llevarás tatuada la cara de tu
madre en el rencor de la penumbra. Telar de infiernos. La abrazarás en sueños
recurrentes. Te acunará en el mejor de los casos.
Alejarás pensamientos festivos
porque será más difícil volver al pozo. Te preguntarás cada mañana el por qué y
no encontrarás respuestas.
Arreciará el hambre como antes.
Arrancar de dientes apretados. Negociarás la nada por un algo. Requisarás el
temblor de la traición y robarás tijeras que te defiendan.
Querrás volver el tiempo atrás y
será inútil pero lo vas a intentar una y otra vez como Sísifo. Incansable. Veinte
años y más. Pasarás horas eternas tratando de alejarte y más te hundirás
irremediable en la desesperación.
Pedirás justicia ciega, con la
gran espada que te decapitará inexorable.
Alimentarás la idea de realizar lo que te llevó ahí. Paradojas
de la sombra
Hola, Gladys. Amo los textos de Kamiya. Y esta creación tuya tiene ese mismo tono que Desayuno Perfecto. Esa segunda le da la impronta de esos mandatos sociales que perfilan las cárceles. Muy bueno
ResponderEliminarGracias María Cristina
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